viernes, 24 de junio de 2011

Columna de opinión aparecida en El Mostrador

COLUMNAS

24 de Junio de 2011

Paridad de género: no andaba muerta, solo de parranda…

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DANAE MLYNARZ
Asistente social y cientista política. Presidenta de la Agrupación Mujeres de Plaza Ñuñoa.

La paridad es una acción afirmativa que significa contar con un 50% de mujeres y 50% de hombres en los cargos de elección popular y en aquellos de toma de decisiones en el Estado.

Su ejecución implica una ruptura con la ciudadanía abstracta. Al hablar de ciudadanos siempre nos remontamos en forma primaria a la lucha por los derechos civiles y políticos, donde el derecho a voto de las mujeres fue alcanzado tardíamente en comparación al de los hombres.

Pero aquí la idea es hacer referencia a la ciudadanía en forma amplia, a la ciudadanía activa, como el derecho a tener derechos, a decidir sobre el quehacer público, a fiscalizar y ejercer un control ciudadano frente a nuestras autoridades y también a tener el derecho de elegir y ser elegidas.

Hoy las mujeres no contamos con esa garantía democrática. No somos las únicas, también existen otros grupos excluidos. El tema es que nosotras somos la mitad de la población, la mitad de las electoras.

La paridad no forma parte de una política populista o un gancho electoral utilizado por una candidata en un momento determinado. La paridad no puede salir de nuestra agenda pública. La paridad es parte de una lucha por más y mejor democracia. Hoy cuando la ciudadanía cuestiona con fuerza la institucionalidad política y los niveles de representatividad de todo el sistema, es el momento de volver a instalar con fuerza el tema de la democracia paritaria.

La dualidad del género humano es el cuestionamiento de la neutralidad del poder político, ya que es una neutralidad falsa porque está garantizada por el monopolio masculino. La paridad no es un tema que debiera interesarle solo a las mujeres, sino a la sociedad toda, para estar justamente representada y avanzar en democracia.

Durante la campaña del año 2005 la entonces candidata Michelle Bachelet puso el tema en la agenda pública y lo asumió como un compromiso de campaña. Al llegar al gobierno con voluntad política cumplió, a pesar que muchos repetían la típica frase “no va a encontrar mujeres para tantos cargos”. Con dificultad y oposición de quienes no quieren dejar su espacio de poder, cumplió y mantuvo aproximadamente una proporción 40/60 hasta el final de su mandato, en los puestos de confianza. Pidió más candidatas mujeres para las elecciones Municipales del año 2008 y para las parlamentarias del año 2009, pero no tuvo la recepción deseada en los propios partidos de su coalición.

No pudo legislar esos cambios en el funcionamiento político de nuestro país a través de una ley de cuotas o instalar el tema de la democracia paritaria. Sin duda el haber contado con una Presidenta mujer fue un hecho significativo en el proceso de cambio cultural en Chile. Sin embargo no hubo institucionalización de las medidas necesarias para aumentar la participación de las mujeres en los puestos de poder, donde gracias a las discriminaciones de género hemos estado históricamente relegadas.

Con la elección del Presidente Piñera la paridad no fue tema. Eso también demuestra que perdimos la oportunidad de avanzar significativamente en el cambio cultural. Nunca quedó suficientemente instalado. Las mujeres volvimos a ocupar aproximadamente el 25% de los puestos de confianza que teníamos al inicio de los 2000.

La paridad no forma parte de una política populista o un gancho electoral utilizado por una candidata en un momento determinado. La paridad no puede salir de nuestra agenda pública. La paridad es parte de una lucha por más y mejor democracia. Hoy cuando la ciudadanía cuestiona con fuerza la institucionalidad política y los niveles de representatividad de todo el sistema, es el momento de volver a instalar con fuerza el tema de la democracia paritaria. ¿Desde dónde? Desde todos los espacios de representación, en las próximas elecciones municipales y parlamentarias, en las elecciones en los sindicatos, en las elecciones en los partidos políticos, en todas las instancias de representación. Porque tenemos el deber de mejorar la representación y no excluir de ella al 50% de la población.

No es una tarea fácil, luego de años de exclusión del poder, no se puede esperar tener candidatas que nazcan como las flores. Es un trabajo para el cual hay que formar, educar, entregar habilidades, herramientas, espacios, recursos económicos y sobretodo mucha energía, porque es una larga lucha la de llegar al poder y luego la de ejercerlo.

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