viernes, 28 de diciembre de 2007
El retorno de Cristina Carreño, detenida desaparecida, desde Argentina
Las mujeres de Plaza Ñuñoa y las Mujeres del Monumento Mujeres en la Memoria saludan a Cristina Carreño, y recuerdan en ella a las más de 200 mujeres detenidas desaparecidas y asesinadas por la dictadura.
Esta es una carta de Manuel Guerrero haciendo una semblanza de ella:
Querido/a amigo/a,En mayo de 2006 tuve la posibilidad de publicar un testimonio en el diarioLa Nación que se llamó La verdad de Cristina. Trataba sobre la vida y destino de Cristina Carreño, una joven chilena detenida desaparecida deorigen humilde que compartió militancia junto a mi padre, quien la queríamucho. Ahora, cual milagro justiciero, Cristina está de vuelta. Sí, sus restos aparecidos en Argentina retornan a su familia y país, para descansaren el terruño que tanto quiso y a cuya gente se entregó con todo su ser.
A continuación comparto un escrito de alrededor de mi 1980 que le dedicó mi padre a la Chica Cristina, como le llamaba, cuyo recuerdo lo visitaba durante su estadía en el centro de detención de la DINA, Cuatro Álamos, en 1976. No perdamos nunca la capacidad de asombro y la ternura, que la risa ycompromiso de Cristina nos acompañe por siempre. Persistamos en el camino dela cultura y la justicia social, que es lo único que podrá asegurar una paz perpetua.Abrazos y cariños miles.
Que el 2008 sea un año excelente para cada uno y una de ustedes,
Manuel Guerrero Antequera.
UNA LÁGRIMA POR CRISTINApor Manuel Guerrero Ceballos
Enredada con la imagen del Choño Sanhueza afloró la de Cristina Carreño. Había pasado mucho tiempo desde que nos conocíamos. Eran los tiempos en queestudiábamos en la enseñanza media. Por años nos encontramos ydesencontramos siempre aunados por la actividad política. Con su rostro agraciado de mujer chilena, Cristina se distinguía por su risa que siemprela llevaba prendida a flor de labios. De estatura pequeña, temperamentoreservado, parca en palabras, se encendía cuando su risa aparecía dejando al descubierto dos hileras de albos dientes.
La recordé unida al Choño porqueen diversas ocasiones me pareció ver la misma vitalidad en ambos, aunqueproyectada de forma diversa.¿Qué sería de Cristina, la chica Cristina como la llamábamos familiarmente? Había sido una alegría cuando después del golpe, en una de esas habitualescitas clandestinas, nos encontramos y reímos por todo el trabajo que cadacual había hecho para memorizar los rasgos de la otra persona con la que se reuniría pronto. Con el mismo silencio y resolución de siempre Cristinadesempeñaba ahora su labor revolucionaria bajo la tiranía de Pinochet. Iba de un lugar a otro trabajando, organizando, animando la acción, incentivando la creatividad de los jóvenes.
Poseía una gran percepción de los problemasde la gente, sabía descubrir sus virtudes y desnudar sus defectos. Ante cadaasunto respondía preguntando de tal forma que la propia persona descubriera la conclusión que ella deseaba subrayar. Era conocida en los diversosbarrios e industrias del sector oriente de Santiago, lugar donde vivía desdelargo tiempo, y aunque usaba nombres distintos, cada vez que se hablaba de ella salía a relucir el de Cristina.Además de su vitalidad reconocía en ella un gran temple, una peculiarcapacidad de sobreponerse a los tropiezos y vencer los temores que a todospor períodos nos asaltaban.
Producto de los tiempos, tuvimos una desgraciada oportunidad de comprobarlo. Su padre, Alfonso Carreño, fue asesinado despuésde ser sometido a brutales torturas en la Academia de Guerra Aérea, lasiniestra AGA. La familia recibió un ataúd sellado con lo que se quería impedir que vieran y denunciaran la masacre a que había sido sometido su serquerido. Cristina al enterarse se estremeció y tomó las precausionesnecesarias que permitieran protegerla, a la vez que cumplir su papel de hija. Con su madre y hermana denunciaron este crimen atroz cometido con uncomunista cabal, al que dieron sepultura no a escondidas, como deseaban losfascistas, sino a plena luz, reafirmando el cariño y admiración por quien murió peleando a la vez que el desprecio hacia los asesinos.
Tocada por el crimen de su padre, Cristina se abocó a las tareas del impulsode la solidaridad con los presos políticos y demás perseguidos por la dictadura. Trabajó con tesón, arduamente. Quería impedir que su mismo dramalo vivieran otros jóvenes y familias de Chile. Sabía de los lugares dedetención, de los sistemas de visitas, de las necesidades de las familias, de las campañas de solidaridad que se efectuaban. En alguna ocasión hablamosde esta actividad febril recomendándole tomar tiempo para su descanso yrecreación. Escuchaba, accedía, tomaba un respiro para de nuevo volver con más bríos a su acción cotidiana. Igualmente la acosábamos preguntándole porsu novio, cuándo se casaría, diciéndole que debía dejar más tiempo para estadimensión de su vida personal. Nunca arguyó en contrario pero seguía trabajando con la misma entrega y dedicación.
Jamás pensé en esos momentos, que años más tarde, ya encontrándome en elexilio, recibiría una noticia como un trueno:- Cristina está desaparecida. Su madre ha denunciado que, al parecer, en Argentina o Uruguay la secuestraron después de haber viajado a Buenos Aires.Leí una y otra vez la información. No había dudas, se trataba de la mismapersona, la recordada y admirada Cristina, la de la risa alegre, silenciosa, hacedora de presentes y construcciones futuras.¿En qué lugar se encuentra, qué han hecho con ella los matones de Pinochet que se dedican al contrabando de la muerte, intercambiando presos einformaciones con otros regímenes represivos bajo la segura dirección de la Central de Inteligencia Americana?
Escrutando en la memoria se me apareció su imagen, tenacidad, resistencia.Me alcanzó la ternura y la emoción. No se puede transformar en pan de cada día el parte de la muerte. Me niego a aceptar que mis camaradas y hermanos se encuentren sepultados en quizás que socavón, aletargándose en susdolores, extraviados en los silencios, asfixiados en sus ansias de vida. Simuchas son las disgresiones que se hacen sobre lo que es el fascismo, válgame presentar como prueba sólo ésta: la de los seres humanos que los traga la noche, los succiona la muerte, los aniquila el dolor. Y entre ellos está Cristina, desaparecida entre los desaparecidos, perdida entre la geografía mentirosa de quienes carecen de Patria, sentimientos y amor.
Cristina Carreño es una joven que como todas las del mundo soñaba y tejía ensu imaginación planes para el mañana. Su vida se extiende más allá de lo que piensan los adoradores de la muerte, es una flor que buscará oxígeno,alimentará nuevos sueños y entre ellos el más elemental, el del derecho a lavida, a la existencia.Su recuerdo merece más que una lágrima, pero yo no me quedo con su dolor, que lo comparto. Me quedo con su risa y su vitalidad a toda prueba.
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